En 1904 se instaló definitivamente en París, donde conoció a
Auguste Rodin y a Amadeo Modigliani, con quien mantuvo una profunda amistad.
Su obra llamó la atención de Rodin, proponiéndole trabajar
en su taller. Brancusi rechazó su oferta, aunque siempre consideró que el
escultor francés era el punto de partida de la escultura contemporánea.
Las primeras obras muestran la influencia de Rodin y de los
impresionistas, pero a partir de 1907-1908 evoluciona hacia un estilo mucho más
personal. Inicia un proceso en el que sus figuras se simplifican y tienden
hacia la abstracción. Se interesa por el arte primitivo, por la escultura
prehistórica y africana y por las esculturas de Gaugain. Es en este momento
cuando inicia El Beso.
Estilo y obra de Constantin Brancusi
El Beso (1907)
Es la obra maestra en la que Brancusi logra por primera vez
el equilibrio perfecto entre fondo y forma, la síntesis de los cuerpos y el
bloque en el que están esculpidos.
Son dos figuras abrazadas, que se besan. La unión entre
ambas es completa. En la cara destacan los ojos, casi simétricos y la boca, que
es la misma para los dos. El pelo es un movimiento de líneas paralelas
onduladas, los brazos están pegados a las figuras y el cuerpo solamente es
insinuado por la línea que los divide y los une, la misma para ambas.
La textura es tosca, evita el pulido para evidenciar la
talla directa y los instrumentos empleados.
Tiene una fuerte influencia del primitivismo en el modo de
representar los ojos, la incisión del cuerpo, el cabello ondulado, los brazos,
etc.
En El beso no hay elementos anecdóticos o narrativos, ni
tampoco hay sentimiento. Brancusi no intenta mostrar el aspecto sentimental de
ese beso, ni la dulzura amorosa, ni la pasión de los amantes. No percibimos la
fisonomía de los amantes, ni su sexualidad, ni la tensión de sus cuerpos. El
rasgo que destaca en esta obra es la unión de dos personas al besarse, que está
determinada por el bloque de piedra en el que se representan. Se fundamenta en
componentes escultóricos, en aspectos que pertenecen la propia naturaleza de la
escultura como son el volumen, la masa, la textura y la sencillez compositiva.
En el beso se aprecia la búsqueda de la esencia y la
simplificación de la forma. Representa los valores de la abstracción: falta de
descripción o narración y gesto reducido a la mínima expresión. Revaloriza los
elementos esenciales de la escultura: masa, volumen, espacio, textura y ritmo.
Recupera la talla directa influido por la escultura primitiva.
Brancusi perderá el interés por los motivos singulares a
favor del tratamiento del volumen y la masa o la talla directa, que son algunos
rasgos que le identifican.
A partir de 1909 empieza a desarrollar los que serán sus
grandes temas, le atraen los animales, y entre ellos destaca el pájaro. El
pájaro es un tema que se origina en Maiastra.
Maiastra (1910-1912)
Es una pieza muy sencilla formada por tres partes: un
soporte con figuras, que son cariátides; sobre ellas, un bloque o un plinto y finalmente
la figura del pájaro.
Brancusi juega aquí con el contraste: frente a las figuras
inferiores que son toscas y primitivas en su diseño y acabado, el pájaro es
compacto, pulido y dinámico, y prescinde de los detalles para mostrar el juego
de volúmenes que se desarrollan verticalmente.
El elemento central, casi cúbico, actúa como intermedio
entre las figuras inferiores y el ave.
Maiastra irá estilizándose hasta convertirse en El Pájaro,
pieza de la que Brancusi hará numerosas interpretaciones. Por ejemplo, en
Pájaro en el espacio investigará la esencia del vuelo.
A lo largo de su carrera realizó numerosas versiones de una
misma obra en distintos materiales. De la célebre escultura El Beso existe una
posterior, fechada en 1938 y titulada Puerta del beso, que forma parte del
conjunto escultórico de Tîrgu-Jin, en Rumania, realizado en memoria de los
caídos durante la Primera Guerra Mundial. A este proyecto pertenece también
Columna sin fin, una colosal escultura de metal pulido de casi treinta metros
de altura cuya primera versión en madera data de 1916.
Brancusi murió en París el 16 de marzo de 1957, liberó a la
escultura del realismo académico del siglo XIX y preparó el terreno para los
escultores abstractos del siglo XX. Por todo ello es una de las figuras
fundamentales de la escultura moderna.